Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del
crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu
alma.
Apegada a mis brazos como una
enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en
calma.
Hoguera de estupor en que mi sed
ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi
alma.
Siento viajar tus ojos y es distante
el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón
de casa
hacia donde emigraban mis profundos
anhelos
y caían mis besos alegres como
brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los
cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de
estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los
crepúsculos.
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